lunes, 29 de septiembre de 2014

Tesoros Persas



Toro Alado del palacio de Persepolis. Tomado de:
http://mirararte.blogspot.com/2009/08/arte-persa.html
Ruta

La ruta de esta semana nos llevara de nuevo al cercano oriente para recorres los caminos comerciales persas y sus ciudades capitales. En primer lugar, iremos a Pasargada, primera capital del imperio construida por Dario el grande y allí visitaremos el que fuera su palacio y el lugar donde se encontraron enterrados sus restos. Posteriormente, visitaremos Persépolis, una ciudad que constituye el más enorme de los monumentos persas por sus ruinas y vestigios. Finalmente partiremos desde Susa, última capital del imperio, hasta Sardes en un recorrido que intentará reconstruir la ruta comercial más importante que unía los dos extremos del imperio persa en la época en la que éste alcanzó su máximo esplendor.

Mapa de la Ruta

 


Imágenes de la Ruta




 
Estructura social persa

Ilustración del siglo XIX de Persepolis.
Tomada de:
http://en.wikipedia.org/wiki/File:Persepolis_rendering_old.jpg

 
 
Panorama de Persepolis. Tomada de: http://en.wikipedia.org/wiki/Persepolis
 
Imagen de Persepolis, Tomada de
http://en.wikipedia.org/wiki/Persepolis
Puerta de las naciones en Persepolis, Tomada:
http://en.wikipedia.org/wiki/Persepolis
 
 
 
 

Representación de ofrenda o tributo al rey
Tomada de:
http://web.stanford.edu/dept/archaeology/cgi-bin/archaeolog/?p=225
 

Representación de ofrenda o tributo al rey
Tomada de:
http://en.wikipedia.org/wiki/Persepolis



Dibujo que representa una mujer
de la nobleza persa. Tomada:
http://historiadelaindumentariaylostextiles.
blogspot.com/2013/09/persas.html

Dibujo que representa una mujer
de la nobleza persa. Tomada:
http://historiadelaindumentariaylostextiles.
blogspot.com/2013/09/persas.html




Dibujo que representa una mujer
y un hombre de la nobleza persa. Tomada:
http://historiadelaindumentariaylostextiles.
blogspot.com/2013/09/persas.html


 
 





Tumba de Ciro II en pasargada. Tomada de:
http://en.wikipedia.org/wiki/Pasargadae#mediaviewer/File:Cyrus_tomb.jpg
Representación de la tumba de Ciro I en pasargada. Tomada de:
http://en.wikipedia.org/wiki/Pasargadae#mediaviewer/File:Cyrus_tomb.jpg

Vista del pabellón desde uno de los laterals del Jardín de Eram en Shiráz (Iran)
Tomado de: http://es.wikipedia.org/wiki/Jard%C3%ADn_de_Eram

Fachada del pabellón del Jardín de Shiraz (Iran). Tomado de:
http://es.wikipedia.org/wiki/Jard%C3%ADn_de_Eram


Pieza del Tesoro de Oxus expuesta en el museo Bitránico.
Tomado de:
http://en.wikipedia.org/wiki/Oxus_Treasure
Pieza del Tesoro de Oxus expuesta en el Museo Británico.
Tomado de:
http://en.wikipedia.org/wiki/Oxus_Treasure


Pieza del Tesoro de Oxus expuesta en el museo Bitránico.
Tomado de:
http://en.wikipedia.org/wiki/Oxus_Treasure


León alado en el palacio de Dario en Susa.
Tomado de:
http://en.wikipedia.org/wiki/Susa#mediaviewer/File:Sphinx_Darius_Louvre.jpg


Historia

La civilización persa tuvo uno de los más grandes imperios que el mundo haya conocido. En concordancia con la inmensidad de su territorio conquistado, la cultura persa fue además una de las más llamativas y diversa. El objetivo de esta semana es entender la cotidianidad de las clases más favorecidas en el imperio y viajar en el tiempo para intentar reconstruir sus vidas llenas de lujos y conforts a través del análisis de la historia de los objetos y gracias a los descubrimientos de la arqueología.

En primer lugar, es importante mencionar que los persas hacen parte del grupo de poblaciones iranias que fueron conquistando pueblos hacia el oeste hasta que finalmente Ciro I o el grande obtuvo la victoria contra los medos, comenzando así la época de hegemonía persa en lo que hoy conocemos como oriente próximo. Durante los gobiernos posteriores, el imperio fue creciendo al tiempo que se presentaron revueltas al interior del mismo. Así, cuando Gambises II conquistó Menfis en Egipto y Jérjes luchaba con los helenos en occidente, varias zonas del imperio se rebelaban y eran aplacadas en una constante puja por el poder.

Una de las características particulares de los persas era su forma de gobernar los pueblos conquistados y la organización social muy jerarquizada. “En conjunto, la dominación persa no resultaba abrumadora para los pueblos conquistados.  Las naciones conquistadas conservaban su propia religión, costumbres, sistemas económicos y, hasta cierto punto, sus propias formas de gobierno” (Ypung, Pp 330). Sin embargo, los persas tenían representantes en cada pueblo conquistado que se identifican con el nombre de sátrapas y que pese a la vigilancia ejercida por los enviados del rey, llegaban a alcanzar un alto grado de independencia en sus territorios. En cuanto a lo segundo, hoy sabemos gracias a los rastros arqueológicos y el desciframiento de escrituras cuneiformes que los persas tenían fuertes diferencias sociales: los más privilegiados eran por supuesto el rey como enviado de dios y la nobleza compuesta de sus familiares, les seguían los sacerdotes quienes legitimaban la relación entre el monarca y el dios Ahura Mazda (principal deidad persa) y ejercían como consejeros de estado. También eran muy importantes los dirigentes militares emparentados con la nobleza quienes estaban al frente de la famosa caballería y debajo de estas clases privilegiadas se encontraban los comerciantes, artesanos y por último los campesinos (Gimeo, Pp 35-36).

Además de todas sus conquistas, los persas tuvieron ciudades importantes a lo largo de su historia en las cuales aún hoy se puede evidenciar su esplendor y riqueza. La primera de éstas fue Pasargada, construida por mandato de Dario el grande y sede de su gran palacio y tumba. Aproximadamente en el 520 A.C. por orden de Darío se construyó también Persépolis, que en principio “se ocupaba una vez al año, durante las ceremonias del año Nuevo, cuando dignatarios de todos los rincones llevaban sus tributos al rey” (Gimeo, Pp 42) pero pronto se convirtió en un monumento notable (Ypung, Pp 328). Finalmente, Susa fue la última de las ciudades imperiales y se encontraba unida a la ciudad de Sardes, ubicada al otro extremo del imperio gracias a la más conocida de las rutas y caminos reales.

Otra de las características sobresalientes de los persas, que para algunos historiadores fue también la causa de su caída (Ypung, Pp 331), era la organización económica. Pese a las libertades relativas de los pueblos conquistados, los persas eran implacables al exigir el pago de tributos o impuestos que generalmente se entregaban en especie según lo que se produjera en el área; así por ejemplo, Egipto pagaba con trigo y los Medas con ganado (principalmente ovejas). Además de los impuestos, la economía se movía gracias al comercio dinámico que se expandía por toda una red de caminos y acanales construidos con ese propósito “y hubo otras medidas que contribuyeron de forma importante al desarrollo de la industria y el comercio, tales como la unificación del sistema de pesos y medidas, el intento de impulsar el uso de la moneda y el desarrollo del crédito bancario, especialmente en Mesopotamia” (Ypung, Pp 331).

Visto lo anterior, voy a viajar en el tiempo y a pretender que soy una mujer persa de la nobleza que vivió en Susa hacia el año 250 A.C. Como tal, debía tener vínculos de consanguinidad con el rey y, a diferencia de las demás mujeres del pueblo, es posible que tuviera cierta intervención política o que hubiera participado en el comercio. Sin embargo, la vida cotidiana es lo que llama la atención. Para entonces, hubiera disfrutado de amplios y hermosos jardines rodeados de toda clase de hierbas, plantas y fuentes. Aunque la historia ha dado a babilonia el lugar privilegiado en cuento a jardines, tanto así que fueron catalogados como una maravilla del mundo antiguo, los persas, quienes entre otras cosas conquistaron los territorios de babilonia, probablemente no tenían mucho que envidiarles en este aspecto: “La admiración de los persas hacia los espacios verdes se remonta a la época de Ciro el grande, cuyo trono en Pasargada estaba orientado a los jardines interiores del palacio. Además, la residencia contaba con amplios senderos rodeados de vegetación a cuyos lados fluía, por canales especialmente diseñados, el agua para mantener la vegetación” (Gimeo, Pp 42).

Otra cosa que hubiera disfrutado serían los deliciosos banquetes gracias a la variedad de comida que llegaba desde todas partes del imperio pues “las clases dirigentes no se privaban de ningún manjar y sus comidas estaban atestadas de los más diversos platos y bebidas, servidas en lujosos cuencos y vasijas de oro y plata” (Gimeo, Pp 42). Con solo imaginar cómo sería un festín de este estilo ya nos hace pensar en que la oligarquía persa debía pasarla muy bien, incluso sin tener las comodidades tecnológicas que nos ofrece el mundo moderno. Pero nuestro viaje en el tiempo no termina allí…

Además de los jardines y de los banquetes, si hubiera nacido en la época del imperio persa en una familia privilegiada, también hubiese vestido muy bien y mis atuendos estarían decorados con las más finas piedras preciosas y piezas de orfebrería. En cuanto a los vestidos y los atuendos, hay cosas muy interesantes que rescatar de la cultura persa: solamente el rey podía utilizar el color morado y las clases privilegiadas vestían con túnicas de lana, hilo o seda de amplias mangas que podían estar sostenidas por un cinturón, utilizaron zapatos fabricados con cuero, prestaron mucha atención a las barbas y los peinados, e incluso se cree que rociaban un polvillo de oro en sus cabellos para alcanzar la máxima elegancia y distinción. “Como parte de la indumentaria, se admite que los persas fueron los primeros en diseñar ropa interior. También se inclinaron por la decoración de sus vestimentas, a las que agregaban apliques dorados” (Gimeo, Pp 36).

Lo descrito en el párrafo anterior no podría ser más distante de la imagen que nos presenta la  escenografía hollywoodense en las famosas películas llamadas 300 cuya historia presenta uan particular versión de las guerras entre los griegos y los persas. En estas, el rey Jerjes aparece casi desnudo, sin barba ni cabello y con muchos colgantes de oro. De esta imagen presentada, quizá lo más cercano a la realidad sería la cantidad de oro pues las evidencias han demostrado que los persas eran grandes orfebres.  Un ejemplo de ello es el teroro de Oxus obtenido por un capitán inglés en 1880 quien rescató a un grupo de mercaderes capturados por bandidos en Afganistán. Este tesoro está compuesto por al menos 170 piezas en la actualidad se encuentran en el museo británico y en él se encuentran vasos, joyas, monedas, figuras, placas dedicatorias, etc.

Pero la expresión del sofisticado arte persa no termina con el manejo de los metales. Esta civilización utilizó de manera maravillosa el ladrillo, la cerámica y los esmaltes de colores para dar vida a vasijas, murales, estatuas y monumentos que aún hoy pueden ser apreciados en los museos del mundo. Eran muy difundidas las imágenes de soldados y guerreros, así como los regalos ofrecidos al rey, figuras aladas y de animales híbridos siempre al servicio de los reyes y resaltando su relación con la divinidad. En todos los rincones del imperio, “…los gustos, estilos, motivos y técnicas se mezclaban para formular un arte ecléctico, que reflejaba el concepto persa de imperio en el que los pueblos individuales conservaban sus creencias, gustos y costumbres” (Ypung, Pp 328).

Definitivamente, el imperio persa era una mezcla de manifestaciones culturales diversas gracias a la flexibilidad imperial frente a los pueblos conquistados, sus principales características eran la organización social muy marcada y la forma de administración de los territorios conquistados, siendo lo más importante el pago de tributos y el desarrollo comercial. Otro aspecto fundamental de la cultura persa eran sus manifestaciones artísticas que iban desde la forma de vestirse de la élite hasta la manera en que se decoraban los palacios con figuras y jardines. En conclusión, si hubiese sido una mujer persa de la élite, tendría que estar emparentada con el rey, viviría en el palacio en la ciudad capital, tendría no solamente las mejores joyas y vestidos, sino que además disfrutaría de los más deliciosos banquetes y jardines rodeados de hermosos murales finamente elaborados.

Bibliografía

·         Young Jr. T. Cuyler. “Persia”. En Historia de las Civilizaciones Antiguas. Editorial crítica. Barcelona, 1984.

·         Gimeo, Daniel. Persas. Editorial Sol. Barcelona: 2008.

·         British Museum. The Oxus Treasure. Consulta en línea el 27/09/2014. En:  http://www.britishmuseum.org/explore/highlights/articles/o/the_oxus_treasure.aspx

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